Déjà vu, otra catástrofe tecnológica y sigo con los mismos pelos
El otro día andaba por la calle súper contenta de camino a oler a mi sobrino, de repente mientras hablaba con su padre por teléfono, que también es uno de mis oráculos, mi teléfono se poseyó. Lo típico, preguntas y no te responden, separas el teléfono de la oreja, miras la pantalla para ver si se ha cortado la llamada y te encuentras algo poco familiar. Aparecieron varias opciones en la pantalla, seis en concreto y no sabía qué tocar, a mí la tecnología paleolítica se me da estupendamente, pero la informática se me resiste. Decidí llevar el teléfono así con dos deditos sin tocar nada hasta que el oráculo lo viera. No me dio tiempo a llegar cuando se reinició como quiso, menos mal que el oráculo estaba allí… otra vez.
También empieza el verano con varios
déjà vu, en la prensa volverán las
temperaturas más altas que se han registrado hasta ahora o los ataques de orcas
en el Estrecho de Gibraltar. Un grupo formado por 39 individuos amenazados por
la pesca del atún, la contaminación, el ruido y las colisiones con los barcos. Esos
cetáceos odontocetos te los puedes encontrar por cualquier océano del planeta,
verlos en su contexto es brutal. Son la especie de delfínido más grande que se
ha descrito, conocidas por sus técnicas de caza en equipo y su extraordinaria
inteligencia, que en los últimos cuatro años se han convertido en la pesadilla
de los propietarios de veleros que navegan por el Estrecho, siempre atacan el
timón. Hay distintas publicaciones que han especulado con la posibilidad de que
algún miembro del grupo hubiera sufrido un accidente con un barco y decidió
vengarse, comportamiento que fue copiado por los individuos más jóvenes. No
todos están de acuerdo sobre las malvadas intenciones de las orcas, ya que se
centran específicamente en los barcos sin ningún interés por quienes van a
bordo, ni siquiera cuando subían a los botes salvavidas mientras sus
embarcaciones empezaban a hundirse. Interpretan este comportamiento como un
juego divertido porque se lo pueden permitir, ya se han registrado esos
comportamientos en otras ocasiones jugando con medusas o aves que descansan en
la superficie del mar. Yo no hablo en orca y no lo tengo claro.
¿Las orcas son juguetonas o
vengativas? (Fuente: Ocean Race 2023).
Y otro déjà vu, empiezan las campañas de campo estivales de arqueología en el hemisferio norte, no puedo negar que echo de menos el contacto con la tierra, los olores, los colores. Esa emoción que te sube por el lomo al desenterrar algo que lleva enterrado miles o millones de años, y la responsabilidad de darle vida a las cosas muertas y encima te ahorras el gimnasio… No lo puedo negar, me falta el trabajo de campo en equipo. Estas campañas de excavación son sólo el principio de un largo proceso que contribuye a levantar el velo que cubre nuestro pasado que os espero seguir contando.
Este mes la entrada del blog
llega con retraso voluntario, los dos últimos meses las visitas han bajado más de
lo que me gustaría y quería saber si en caso de silencio echaríais de menos las
entradas del blog el día diez. Si no funciona habrá que adaptarse a otro
formato, ya os contaré. Por eso me voy a tomar un par de meses de reflexión, ya
que se ha puesto de moda… déjà vu.
¿Cómo sabremos hacia dónde vamos
si no sabemos de dónde venimos?
Beatriz Fajardo Fernández-Palma, Doctora en Arqueología.
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