Tomates en diciembre y comida rápida

 

Con solo una mirada, con alargar la mano en cualquier pasillo de un supermercado, tenemos acceso inmediato a cualquier cosa que necesitemos o no. Estamos tan acostumbrados a tenerlo todo tan a mano que ni siquiera nos preguntamos de dónde vienen las cosas, o cuáles son las consecuencias de tener tomates frescos en diciembre en el hemisferio norte. Es curioso cómo determinados productos colonizan cada vez más espacio en los pasillos de los supermercados. Sin duda en los últimos años la comida precocinada es una de las grandes protagonistas y ¡qué cosas!, tiene sus consecuencias en cómo percibimos el tiempo y nuestro entorno, o lo que creemos que nos merecemos porque nosotros lo valemos. Y es ahí cuando confirmo la importancia de transmitir el conocimiento que genera la reconstrucción del pasado, pero esa reconstrucción es un proceso largo, que implica disponer de herramientas teóricas, metodológicas y económicas para convertir indicios en pruebas, después en información, que debe transformarse en conocimiento. No es como la comida rápida, es un proceso que lleva su tiempo y necesita formación y perspectiva. Nos demuestra que no somos tan modernos ni nuestros antepasados tan “primitivos”, o sea, tan tontos, y que perder la memoria tiene consecuencias como las que estamos sufriendo ahora.

Estarás de acuerdo en que el tiempo es relativo, pero ¿sabías que lo que para nosotros es el año 2022, para los etíopes es el 2013 y que para ellos un año dura 13 meses?, ¿Qué para los chinos estamos en el 4720 o para los japoneses en el año 4 de la era Reiwa? Hoy son nuestros relojes los que nos marcan el paso del tiempo, pero en Etiopía el tiempo también se cuenta de manera diferente: el día se divide en dos franjas horarias de 12 horas a partir de las 06:00, como en Kenia. Pero nuestra percepción del tiempo es ridícula comparada con la historia de la Tierra, la que ha generado los recursos de los que disponemos para nuestro desarrollo. Y más en esta sociedad de comida rápida en la que vivimos. ¿Sabías que la materia prima fundamental para sostener nuestro modelo de consumo tarda cientos de millones de años en formarse y nos lo hemos ventilado en un tiempo ridículo? Si, la gasolina y el diésel van a subir cada vez más, es un recurso limitado que hemos sobreexplotado. Es más desde finales del siglo pasado hay geólogos que defienden el Antropoceno (la “Era del Hombre”) como una época geológica. Así proponen que se llame la época actual del período Cuaternario de la historia terrestre, por el impacto global brutal que las actividades humanas han tenido sobre el relieve y los ecosistemas terrestres, ¡la hemos liado parda y nuestros actos tienen consecuencias!

Cambios climáticos, como al que nos enfrentamos ahora, han sido una constante en la historia de la Tierra. De hecho, con la información que tenemos ahora sabemos que ha habido cinco extinciones masivas de especies, y que la Tierra ha seguido girando, que esos cambios que ha vivido nuestra especie se han traducido en cambios y crisis culturales, en evolución, que no es positiva ni negativa, sólo es cambio, o adaptación a las condiciones y los recursos que conocemos, y si se acaban, es lo que hay y nos lo hemos ganado a pulso.

¿Sabías que hay varias islas de basura flotando en el Pacífico, una de ellas del tamaño de México? ¿Sabes cuántos millones de dólares se invierten en el seguimiento de la basura espacial? Sin duda los arqueólogos del futuro serán unos afortunados, ya nievan microplásticos en la Antártida, mientras consumimos con tranquilidad tomates en diciembre. ¿De verdad no te hace reflexionar?

Vivimos en la sociedad antropocéntrica de la información, algo que confirma nuestro carácter gregario, nos lo merecemos todo porque nosotros lo valemos. En la Ilustración Rousseau pensaba que cuando la información fuera accesible para toda la población se acabarían las religiones, y mira qué cosas, en nuestro siglo XXI, con internet y acceso ilimitado a la información, sigue habiendo terraplanistas, y gente que cree que el centro de la tierra es hueco y allí habitan los reptilianos. No todo está en internet, pero si accedemos tenemos la libertad personal de elegir entre videos de gatitos, pornografía o clases magistrales de la Universidad de Yale. Una mijita de responsabilidad personal no nos vendría nada mal.

Por ejemplo, hoy en día es difícil imaginar nuestra cocina mediterránea sin patatas, tomates o pimientos, aunque hasta que no las importaron en época moderna, los europeos que volvían de América, no empezaron a consumirse en Europa. Entonces ¿por qué comemos lo que comemos? ¿Qué comían nuestros antepasados? ¿Cómo cazaban, pescaban, recolectaban o cultivaban? En los últimos años, gracias al desarrollo de la arqueología y las distintas metodologías que se aplican (estudio de pólenes, fitolítos, análisis de isótopos e identificación de lípidos, entre otros) se han podido reconstruir recetas que se remontan al Paleolítico, es más sabemos que la mayor parte de las técnicas de cocina que se usan hoy en día (menos la cocina con nitrógeno líquido) ya existían desde el Neolítico. Los neandertales conocían perfectamente las propiedades analgésicas de las plantas que tenían a su alrededor, como los perretes que identifican perfectamente la plantas que les sirven para purgarse el estómago, y a nosotros se nos caen las casas.

Siempre me ha gustado saber el por qué de las cosas, por eso me interesa la Ciencia. Nos queda mucho que descubrir, todo existe y todo ha pasado, sólo buscamos las herramientas más objetivas para entenderlas, supliendo las consecuencias de la pérdida de nuestra identidad cultural y estoy convencida de que invertir en pasado tiene mucho futuro ¿Cómo sabremos hacia dónde vamos si no sabemos de dónde venimos?


Beatriz Fajardo Fernández-Palma, Doctora en Arqueología. 

Comentarios

  1. Como siempre, nos haces pensar. Sigue así y conseguirás que la reflexión entre a formar parte de nuestra vida diaria

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