Culos de hipopótamo, y manchas de aceite. Palabras vacías, todos somos inmigrantes.
Yo he visto cosas que vosotros no
creeríais. Un padre que le contaba a su
hija que la tuvieron sólo para no ir a la mili. He visto situaciones en las que
vomitaría una cabra, indolencia, insolencia, estulticia, mala leche y miseria
(de la moral, que es la más chunga). Todos esos momentos se perderán en el
tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de hablar.
¿Has visto alguna vez un culo de
hipopótamo en acción? Los hipopótamos son unos mamíferos enormes,
impresionantes con mandíbulas inquietantes, patas cortitas y una colita
desproporcionada para su tamaño. Podríamos decir casi que es ridícula, así tó chica. Pero tiene una función
esencial en sus relaciones sociales, esparcir su mierda para marcar el
territorio ¿Te suena de algo?
Siempre me llamó la atención que
la publicidad relacionada con los pañales de churumbeles de finales del siglo
pasado en España estaba asociada a los hipopótamos. Ya ves, algo tan mono es
responsable de más muertes humanas al año que las que producen los leones. Son
expertos nadadores, a medida que el hipopótamo defeca, mueve su colita en modo
molinillo para que toda su mierda se esparza de forma homogénea, y así marcar
su territorio. Y cuando los vi y los olí por primera vez, aprendí un montón de
cosas, se parecen a mucha gente que conozco.
Puede parecer escatológico, pero
me gustaría demostrarte que tiene otras aplicaciones. Los culos de hipopótamo
nos pueden enseñar mucho sobre nuestro comportamiento como especie, déjame que
te ponga en antecedentes. La etología (que es el estudio del comportamiento de
los animales no humanos) me pirra, me contextualiza, y ha evolucionado como
todas las disciplinas. Nos enseña que somos muy poco originales. En los últimos
años gracias a las nuevas tecnologías, que nos permiten la observación en su
contexto, sin interacciones como los voyeurs, nos demuestran que muchos de los
comportamientos que nos creemos que son exclusivos
de nuestra especie, no lo son tanto. ¿Sabías que los pulpos sueñan? ¿Qué los
peces, aves, distintos mamíferos, incluso cefalópodos usan herramientas?
¿Sabías que somos poco originales?
Somos poco originales en nuestros
comportamientos, me esfuerzo mucho por no ser un culo de hipopótamo, si puedo
contribuir a que alguien no pase por mi experiencia, sería un éxito, aunque no
descarto haberlo sido en algún momento para alguien, incluso de forma
involuntaria. Por eso desde aquí también reivindico el derecho a cagarla, a
equivocarnos y darnos cuenta de que no siempre tenemos razón, y no pasa nada
cuando lo reconocemos. Es más desconfío de la gente que nunca cambia de opinión
sobre nada, eso significa que no han aprendido nada nuevo. En estos meses (y
muchísimas otras veces) me he encontrado con unos cuantos culos de hipopótamo,
así me va.
Los culos de hipopótamo aplicados
a nuestro entorno social te convencen. Hace mucho que la palabra no vale tanto
como la persona que la suelta y te embaucan con esas palabras vacías, simulando
un objetivo común. Y mira que me preocupan las palabras, llegué a leerme el
diccionario de María Moliner edición de finales del siglo pasado, aun así te
quedas con cara de idiota, la misma sensación que tienes cuando te roban el
bolso o tus resultados y tu vida.
¿Sabías que los franceses no
tienen una sola palabra que exprese el concepto barato? La traducción directa de sus expresiones sería, entre
otras: poco caro, buen precio. Yo
redescubrí Astérix y Obélix cuando los leí en francés. ¿Sabías que en alemán
puedes construir tu propio concepto? Por eso son tan fuertes en filosofía. Eso
sí nosotros, ahora en nuestra academia
ya no publicamos artículos, sino papers…,
y encima pensamos que nos da glamour.
Toma ya, mientras nos tragamos todos los anglicismos que nos sueltan desterrando
cualquier tipo de gimnasia neuronal, eso sí tiene que ser inclusivo.
Las palabras tienen contexto e
intención. A mis alumnos siempre les decía que no es lo mismo dos metros de encaje negro, que te la encaje
un negro de dos metros y que el lenguaje en academia se caracteriza por la
claridad y la síntesis. Las palabras se componen de significado y significante,
y el contexto puede cambiar completamente el sentido de una palabra. Por
ejemplo, si alguien te adelanta con una maniobra peligrosa mientras conduces, y
sueltas un cabrón/a con todas sus
letras, tiene una intención completamente distinta que si se la diriges a un
amigo que ha tenido un golpe de suerte. También tengo muchas anécdotas sobre
los años que pasé en la parte norte de Sudamérica, compartimos idioma, pero
muchas palabras tienen significados y connotaciones distintas, dependiendo de
en qué lado del Atlántico las uses, puedes encontrarte de bruces con un
malentendido.
He padecido en primera persona la
discriminación de género, acoso, y los techos de cristal o metacrilato que es
más duro, y sin duda nuestra sociedad tiene mucho que avanzar en estos
aspectos, aun así sigo sin poder entender el lenguaje inclusivo que nos imponen:
ponerle un lacito a una mierda no sirve de nada, sigue siendo una mierda con
lacito. Es como barrer debajo de la alfombra, un lavado de cara que evita
enfrentar los problemas reales, que son problemas de base. La Arqueología
entendida como Ciencia tiene mucho que aportar en este aspecto ¿Sabías que gracias
a la paleogenética ahora sabemos que no sólo eran los hombres los que cazaban?
Y lo que nos queda por saber.
Me di cuenta cuando empecé a dar
clases en educación superior, los alumnos decían que habían aprobado o les
habían suspendido ¿Hola? ¿Dónde está la responsabilidad individual? O cuando me
sorprendía diciendo frases que me decía mi madre, que me daban muchísimo coraje.
Aun así, tengo la satisfacción de mantener contacto con algunos de mis alumnos
de distintos niveles. Que no se hayan olvidado de mí me hace pensar que no lo
habré hecho tan mal, que he puesto mi granito de arena para su formación, y
ojalá sean mejores que yo.
Cómo manipulamos las palabras en
nuestro beneficio, siempre evitando la responsabilidad el eterno y tú más…, y
qué cosas. Alejandro Magno ya había conquistado parte de Asia con la edad de estudiantes universitarios. Hoy hay
niños de 6 años que trabajan en las minas del Congo para extraer el coltán que
necesitamos para todos nuestros aparatos electrónicos, mientras en Andalucía
conozco a gente que ha superado los 8 lustros, a los que su madre todavía les
pela la fruta.
De todos los proyectos que voy
presentando como churros, algunos empiezan a arrancar aunque sea menos rápido
de lo que me gustaría. Hace tres semanas puse en marcha un nuevo reto, usar la
arqueología como herramienta de integración para churumbeles procedentes de
lugares donde se ha vivido o se está viviendo el horror de la guerra, del
hambre o la violencia. ¿Has visto alguna vez una gota de aceite derramada en la
mesa sin control? Si cuando emigras de forma voluntaria a veces es
extremadamente difícil, imagínate estos churumbeles que traen un idioma, unas
costumbres y una forma de comportamiento distinto, eso sí, se adaptan a todo,
estoy aprendiendo un montón y funciona.
El fin de la Arqueología actual
no es encerrar piezas en una vitrina para que pase la gente en fila a mirarlas
sin saber realmente lo que están viendo. La Arqueología se ha convertido en una
herramienta potentísima que transmitida de forma adecuada, nos enseña valores,
solidaridad, orgullo de pertenecer a la raza única, la humana, a respetar a los
mayores, a nuestros antepasados, y a querer a nuestra tierra, a la grande,
nuestro planeta, y a la pequeña, nuestro pueblo, nuestra región, nuestra nación,
a ser menos culos de hipopótamos. Todos estos valores se pueden transmitir
gracias a una mediación colegiada. Si nuestros antepasados no se hubieran
expandido por todos los territorios a su alcance como una mancha de aceite,
seríamos todos endogámicos. Somos inmigrantes de una forma u otra.
¿Cómo sabremos hacia dónde vamos
si no sabemos de dónde venimos?
Beatriz Fajardo Fernández-Palma,
Doctora en Arqueología.
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