Paradojas y falacias: Arqueopoesía

Hay muchas cosas que no entiendo, si Diógenes de Sinope vivió en una tinaja y se desprendió de todos sus bienes materiales, ¿por qué se le llama síndrome de Diógenes a la acumulación irracional de basura? ¿Por qué en un atasco por estrechamiento de vía en lugar de alternar el paso, un coche por carril, los conductores tienden a presionar como ñus cruzando el río Mara? ¿Por qué hay bípedos implumes que tiran deshechos al suelo en espacios naturales? O ¿Por qué si en Andalucía le das una patada a una piedra, y sale un yacimiento arqueológico, no hay trabajo para los profesionales de la arqueología? Da mucho que pensar ¿Por qué los que cobran por la reconstrucción, protección y difusión del patrimonio arqueológico no se ponen de acuerdo en si somos una profesión digna, o si la arqueología es sólo algo que hacer en tu tiempo libre?  

La migración de ñus y cebras a través del rio Mara, es uno de los espectáculos más brutales que he visto, del que siempre me acuerdo cuando estoy en un atasco.

Tengo varias rutinas matutinas, entre ellas buscar medios de financiación para mis arqueoproyectos. Menos mal que ahora se pueden enviar de forma electrónica, si tuviera que imprimirlos para enviarlos sería responsable de parte de la deforestación del Amazonas. También leo las noticias cada día, intento buscar varias fuentes de información, y vaya tela cómo está el mundo. Cómo no, me centro en lo que más me interesa, noticias sobre arqueología o nuevas publicaciones, y es desolador: Hallazgos arqueológicos paran las obras de…, Nuevo descubrimiento arqueológico cambia lo que sabíamos de…  o responsables de la destrucción de yacimientos arqueológicos se libran de multas.

La arqueología es una profesión apasionante y tiene mucho que aportar a nuestra sociedad, aunque desde mi experiencia es una de las profesiones con más egos y menos corporativismo que existe. Además nos vendemos fatal, salvo algunas excepciones.

Después de haberme formado en distintas universidades, en equipos con metodologías distintas, trabajos en arqueología de gestión con la administración, en investigación, docencia y ahora en divulgación, creo que tengo suficiente criterio para dar mi opinión. A lo mejor necesitamos una reflexión ¿quién tiene la culpa de la situación de la arqueología?

La arqueología, como todas las Ciencias, tiene un origen humilde: el coleccionismo. Pero como la medicina, se ha desgajado en una serie de disciplinas con un objetivo común, un hilo conductor, en nuestro caso la reconstrucción del pasado para entender el presente. La excavación sólo es el principio de un proceso muy largo, en continua construcción ¿Cómo lo transmitimos? Como Ciencia la arqueología es reciente, pero gestionada de forma coherente, estableciendo vías efectivas de comunicación entre la universidad, la administración y la sociedad, que justifiquen por qué invertir en pasado tiene mucho futuro, se convierte en una herramienta que contribuye al desarrollo sostenible y crea puestos de trabajo.

Y es paradójico, todavía hay universidades que explican la arqueología igual que a mí hace 20 años, lo he visto. Sin una base de matemáticas, física, química, geología y sobre todo sin experiencia práctica en excavación, estudio de materiales y herramientas para la validación de hipótesis y difusión como la arqueología experimental, entre otros, no se puede extraer información necesaria para transformar en conocimiento la reconstrucción del pasado. Como decían les Luthiers, Lo importante no es saber, sino tener el teléfono del que sabe, por eso es un trabajo de equipo con formación. Lo estamos haciendo mal, nos sigue encantando meter cosas rotas detrás de una vitrina con cartelitos, y ya hemos cumplido. Si asumimos que la población puede entender esos restos descontextualizados, ¿para qué servimos los arqueólogos? ¿Y por qué no meterse en la piel de Indiana Jones y tener tu propio museo en casa, escarbando donde nos apetezca?

El problema no está solo en las universidades o en nuestras instituciones, también los arqueólogos tenemos que mirar qué hacemos mal. Por supuesto hay profesionales excelentes en Andalucía, todos con formación y experiencia fuera de nuestras fronteras, pero son pequeñas islas en un mar sin base teórica, que confunde una Ciencia con una disciplina, objetivos con métodos, o confunden un trabajo científico con uno técnico, y no pasa nada porque cumplen con los indicadores.

Disfruto con un tipo de discusiones, esas en las que te enfrentas a una opinión distinta con argumentos, de esas en las que las horas pasan sin que te des cuenta, escuchas sin acritud pero con pasión, donde te pones a prueba, escuchas, aprendes y contestas. Puede que busque mal, pero me cuesta mucho encontrarlas. Aluciné con el último congreso de arqueología al que asistí post-pandemia. La parte más divertida, la discusión, brilló por su ausencia… un desfile de egos, y vaya nivelito, eso sí cumplen los indicadores. Lo que encuentro es un aquí no hay trabajo, que cualquier opinión distinta se convierte en un ataque personal, y un llevamos haciendo lo mismo toda la vida y vas a venir tú a cambiarlo… aquí está todo hecho… o es que has tenido mala suerte, y es frustrante no poder dar mi opinión. Llamar a puerta fría es agotador y aunque no me rindo, sigo sin entender cómo no creamos sinergias para convertirnos en motor económico, cuando ya funciona en otros sitios.

Si ni nosotros como arqueólogos somos capaces de ponernos de acuerdo en qué somos, permitimos el intrusismo, nos metemos en compartimentos estancos mirándonos por encima del hombro ¿Qué esperamos? O peor quien no comulga con tu dogma o no trabaja en tu área de influencia no es bienvenido. Pueden extirparte tu producción sin consecuencias, mientras transmitimos una imagen dividida, así vamos aviaos ¿No será mejor lavar los trapos sucios en casa? ¿Cómo esperar que respeten a los que paramos las obras, para luego meter cosas rotas detrás de una vitrina, o en cajas abandonadas a su suerte en depósitos públicos? Nuestra responsabilidad es darle vida a los lugares muertos.

No lo sabemos todo, queda mucho trabajo por hacer. Hay resultados que se mantienen en el tiempo y otros que necesitan revisión. Hasta el año pasado teníamos el niño de la Gran Dolina, ahora que se ha aplicado la paleogenética, sabemos que es una niña y no pasa nada. La Ciencia está en continua construcción, no siempre tiene respuesta a todo, su función principal es buscarla. Construimos con las herramientas que tenemos, si no tendríamos que declarar la muerte de la Ciencia y sería terrible, muy aburrido. Estamos en continua construcción, pero transmitimos una imagen estética, estática y simplista del pasado, como algo ajeno y primitivo. El límite entre la divulgación y la parodia, la arqueopoesía a veces es muy fino, así nos va.

He visto churumbeles de más de 10 años que no relacionan la carne con el animal, o la leche con la vaca, vienen del supermercado, o el trabajo con el dinero, que viene del cajero. La divulgación científica en arqueología no es una cuestión de vida o muerte, es algo mucho más importante, un transmisor de valores que permite justificar la inversión de medios, esfuerzo y tiempo, público y privado. Eso sí, la reconstrucción termina donde empieza la hipótesis, también está en continuo cambio, es un trabajo de verdad que necesita formación ¿En serio crees que no somos necesarios?

¿Cómo sabremos hacia dónde vamos si no sabemos de dónde venimos?

Beatriz Fajardo Fernández-Palma, Doctora en Arqueología.


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