Más antiguo todavía y por qué debería importarte


Tengo varias rutinas matutinas, entre ellas intento estar al día de las novedades, busco varias fuentes de información y cómo no, me centro en lo que más me interesa, noticias sobre arqueología y nuevas publicaciones. Llevamos una temporada apasionante de noticias arqueológicas sobre nuestros antepasados más lejanos, esas que nos demuestran que tenemos un origen común, que no somos tan modernos ni nuestros antepasados tan primitivos y que invertir en pasado tiene mucho futuro. Pero me da la sensación de que pasan desapercibidas, además suelen ser bastante sensacionalistas y no consiguen mandar mensajes que estimulen a la sociedad a interesarse más en ellas. Queda mucho por conocer, es decir, mucho trabajo para futuras generaciones y necesitamos aportaciones que nos permitan entender la Arqueología como una ciencia aplicada, que como todas está en continua construcción y cada vez con unos cimientos más sólidos. Aparte de ser apasionante justifica la inversión de tiempo y esfuerzo, produce conocimientos que podemos aplicar en nuestro beneficio y genera puestos de trabajo. Saber de dónde venimos para saber hacia dónde vamos, que con la que nos está cayendo no nos viene nada mal.

¿Sabías que la evidencia de violencia más antigua conocida por ahora tiene unos 450.000 años o que la amputación más antigua con supervivencia identificada tiene más de 30.000 años? También abundan evidencias que sin lugar a dudas demuestran que los Neandertales tenían capacidades simbólicas, aunque durante mucho tiempo la Academia las atribuyó sólo a nuestra especie, o pinturas rupestres paleolíticas que trasmiten información, entre otras también para medir el tiempo.

No puedo negar que me recorre por el lomo cierta envidia cochina cuando veo los esfuerzos y resultados que aportan los equipos consolidados, sobre todo los que trabajan en distintas regiones de países africanos, esos que han creado puestos de trabajo donde podemos encontrar ilustres nacionales, pero en Andalucía eso no pasa. En estos meses distintos equipos han puesto en marcha sus trabajos de campo: prospecciones o excavaciones en distintos continentes del hemisferio sur, una de las fases más cortas del método arqueológico pero la que más me gusta y disfruto. Esa sensación que te recorre la espalda cuando eres la primera persona que toca algo que lleva cientos de miles incluso millones de años enterrado, eso sí, siempre dentro de un proyecto con una metodología adecuada y aprobado por la administración pública competente. Ya hablaremos de esto en el futuro pero no olvides que construimos el conocimiento destruyendo las pruebas, las piezas aisladas no dan información que pueda convertirse en conocimiento sobre los modos de vida de las sociedades que nos precedieron. Si no se registra la información adecuada se convierten en simples objetos de observación o carne de caja olvidada entre los fondos de un museo, cuando no tenemos las herramientas adecuadas y el equipo necesario, mejor no tocar. Llevarte a tu casa un resto arqueológico o paleontológico es como descontextualizar una prueba en la escena de un asesinato, como si te llevas una pieza de un puzle.

África, anda que no es grande, diversa y desconocida, ojalá pudiera conocerla más, ocupa una superficie que casi triplica la de nuestro continente europeo. Aprendí sobre todo en países del oriente africano que es uno de esos contextos que no te dejan indiferente, te encantan o no puedes soportarlos. Cuando los conoces, los hueles, ves cómo viven, su comportamiento, sus recursos, su comida y lo poco que necesitan para que disfrutes las risas más bonitas que he conocido, la realidad te da un tortazo con la mano abierta y cambia tu escala de valores, empiezas a darte cuenta que muchas cosas de la vida diaria, que creemos que son derechos adquiridos, realmente son privilegios para un porcentaje muy pequeño de la población mundial que casi no las valora, como el hecho de disponer de agua corriente. Vivir África despierta la necesidad imperiosa de romper con el eurocentrismo. Cuando se te mete en la espina dorsal sueñas con ellos incluso hay olores, texturas y colores que a veces te permiten volver con la imaginación y espero también físicamente pronto. La primera vez que viajé a uno de esos contextos totalmente desconocidos fue a Etiopía y no llegaba a los cinco lustros, aunque he tenido la suerte de volver otras veces para conocerlo un poco más. Iba con un equipo francés para localizar, en la superficie de un área sin vegetación y erosión constante, concentraciones de materiales arqueológicos y paleontológicos en una zona relativamente cercana al Lago Turkana. Vivíamos en un campamento con tiendas de campaña, donde ir al baño era coge la pala y corre, o te duchabas con el agua medida en un cubo bajo un cielo estrellado. No veas cómo pegaba el sol de día, el trabajo era duro y aunque cenábamos siempre lentejas nunca me dejaron de gustar, volvería a hacerlo un millón de veces. Etiopía es un país diverso y convulso lleno de contrastes, tradiciones y etnias, orgullosos de ser una de las pocas regiones que mantienen una fuerte identidad cultural porque echaron a los italianos a patadas, donde antes los portugueses dejaron una impronta indeleble en algunas zonas, pero además no deja de dar buenas noticias arqueológicas, imagínate ocupa algo más del doble del territorio español…qué emoción, todo lo que queda por descubrir. Las herramientas más antiguas conocidas hasta ahora en Gona, Etiopía, con 2,6 millones de años tienen otro rival en Nyayanga, península de Homa, al oeste de Kenia, volvemos a tocar con los dedos un más antiguo todavía, pero eso te lo cuento otro día con más detalle.

Este fue nuestro hogar sobre el terreno.

Es paradójico, esos procesos de producción y difusión del conocimiento son motor económico, crean puestos de trabajo colegiados para los que se encargan de su investigación, los ponen en valor y trasmiten a la sociedad valores que ayudan a formar la identidad cultural, un trabajo en continua construcción que no se reparte por igual, depende de la creación de equipos solventes con formación continua, sacrificio y un objetivo común a largo plazo. Y qué cosas, al mismo tiempo tenemos noticias sobre el éxito de los buscadores de tesoros con detectores de metales, resulta que hay un tipo que tiene un canal en una red social, del que puede vivir holgadamente, expoliando de forma impune los entornos más distraídos con la protección del patrimonio arqueológico.

Ya ves si se vive bien en Andalucía que tenemos algunos de los yacimientos más importantes, y eso que no hemos buscado bien. Desde los Primeros Europeos pasando por uno de los últimos homínidos que convivieron con nuestra especie, los Neandertales, que justamente son dos de los temas más apasionantes que ocupan el debate científico y social, sin contar con nuestro desarrollo más reciente desde el Neolítico hasta hoy que es un suspiro en nuestra Historia, un poblamiento complejo y continuo sobre el que nos queda mucho por conocer. Estos yacimientos con sus correspondientes investigaciones no llegan al gran público, pero es que tampoco tenemos instituciones públicas integradas por investigadores con formación capaces de asumir la responsabilidad de darle vida a estos lugares muertos a diferencia de lo que se ha hecho en otras regiones de España como Burgos, Asturias, Valencia, Madrid, Cataluña, Castilla la Mancha o Murcia, en las que se han creado grupos de trabajo con resultados de éxito masivo para la población en la que se insertan, generando nuevas formas de ocio como se hace desde los años 70 del siglo pasado en países como Francia, Inglaterra o Alemania entre otros. Eso sí, en Andalucía se nos da fenomenal hacer de intermediarios para que laboratorios potentes consigan los permisos y la información necesaria para seguir desarrollando sus proyectos mientras nos tiran migajas en forma de firmas de artículos en los que no tienen ni formación ni medios para participar, pero cumplimos con los indicadores externos y todos contentos.

Andalucía no debe permanecer ajena a este fenómeno, tenemos yacimientos de primera importancia mundial. Necesitamos de forma urgente la creación de instituciones andaluzas capaces de soportar la investigación del Paleolítico en Andalucía. Una ojeada rápida a la información que ha generado el Paleolítico andaluz descubre un panorama desolador marcado por la escasez, precariedad y falta de homogeneidad de los datos disponibles, en la mayor parte de los casos se trata de excavaciones antiguas, estudiadas con metodologías que hoy en día están superadas, ¡y yo con estos pelos!

¿Cómo sabremos hacia dónde vamos si no sabemos de dónde venimos?

Beatriz Fajardo Fernández-Palma, Doctora en Arqueología.


Comentarios

Entradas populares de este blog

¿PROYECTO ORCE O PROYECTO DECEPCIÓN?

Déjà vu, otra catástrofe tecnológica y sigo con los mismos pelos

Reflexiones de supermercado (primera parte)